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Desobediencia y las mujeres de Lelio

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Por: Mariana Casasola

Hace dos filmes el chileno Sebastián Lelio dejó en claro una cosa: posee una sensibilidad poco usual, y muy audaz, para retratar historias de mujeres que viven a contracorriente de las convenciones. Ambas cintas le han dado a este director creciente notoriedad, además de numerosos premios internacionales, e incluso el febrero pasado se alzó con el Oscar a Mejor película extranjera.

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El primero  de estos filmes es Gloria (2013) –cuarto largometraje en su trayectoria– seguida por Una mujer fantástica (2017). En ambas, las mujeres que Lelio nos presenta enfrentan crisis comunes como el envejecimiento o la pérdida de un ser querido, pero se aproxima a protagonistas que reconfiguran dichas experiencias humanas; la primera, Gloria, desde el aferro a la vitalidad aún después de la separación y la vejez; la segunda, Daniela, desde la pelea por validar su duelo como mujer transgénero.

La más reciente entrega de Lelio parece inscribirse de lleno en estos singulares universos femeninos tan poco abordados en el cine. Con la particularidad de tratarse del primer largometraje del director en inglés, Desobediencia (2017), aunque aborda también una feminidad subversiva en sí, parece ajena al audaz estilo visual y la cálida profundidad del guion en los filmes anteriores.

Desobediencia relata un regreso, el de Ronit, una fotógrafa viviendo en Nueva York cuando se entera de la muerte de su padre en Londres. Como busca afrontar su duelo, decide volver al mundo al que había renunciado, una comunidad judía ortodoxa de la cual su padre era un prominente rabino. Ronit quiere honrar su pérdida en medio de una cerrada sociedad que desde el principio la reprueba abiertamente.

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Esta comunidad a la cual vuelve se encuentra trastornada con la pérdida de su líder espiritual, y aún más con el regreso de su oveja negra. Pero a nadie le afecta más su retorno que a un joven matrimonio, Dovid y Esti. Ambos solían ser amigos de Ronit desde la infancia; pero, como pronto se conoce, con Esti ella tuvo una relación que al descubrirse se volvió la causa de su exilio y el alejamiento definitivo con su padre. El reecuentro reaviva el antiguo romance y cimbra la estabilidad de todos.

Sebastián Lelio vuelve a hacer gala de su talento en la dirección y saca gran provecho de Rachel Weisz (Ronit), y sobre todo de Rachel McAdams (Esti) y Alessandro Nivola (Dovid), con el mérito añadido del cambio de idioma. Sin embargo las actuaciones por destacadas que sean no superan la monotonía de una trama que no da cabida a algún acierto o magnetismo de la comunidad judía que retrata.

Es muy fácil ponerse de lado de las amantes y condenar a sus opresores. Entonces no se entiende del todo por qué Esti ha decidido permanecer ahí tanto tiempo o si de verdad atraviesa un conflicto con su religiosidad.

En este punto hay que recordar que en sus dos películas anteriores, Lelio escribió el guion prácticamente como una carta de amor a las actrices que las protagonizan. Al recibir el Oscar, él mismo reconoció a Daniela Vega como la inspiración de Una mujer fantástica y en varias entrevistas al talento de Paulina García para dar vida a Gloria.

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Desobediencia buscó a Sebastián Lelio y no al revés. En realidad la actriz Rachel Weisz, desde el papel de productora, tomó gran parte de la iniciativa de llevar a pantalla esta historia adaptada de una novela del mismo nombre, muy reciente y bastante bien recibida de la autora británica Naomi Alderman. También fue ella la que insistió en reclutar a Sebastián Lelio dada la temática y aciertos de sus anteriores obras.

Quizá esto explica por qué en esta película no encontramos espacio para las oníricas secuencias de Una mujer fantástica o Gloria. En cambio, aquí Lelio y Danny Cohen, su director de fotografía, cierran los planos para acentuar la claustrofobia del contexto social y psicológico, todo ocurre casi siempre en interiores de los que no pueden escapar las protagonistas. Pero cuando van por la calle conversando de manera más relajada el encuadre se abre y parece que todo respirara mejor y libremente.

Y aunque la fotografía busca contrastar dicha claustrofobia con iluminación clara, ese juego no alcanza para distinguir de todo el sello visual anterior de Sebastián Lelio. Lo que sigue para Lelio es la versión en inglés de Gloria, con Julian Moore en lugar de Paulina García. No queda más que esperar que su estilo, arrojo temático y visual no vuelvan a perderse en la traducción.

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