Pantera negra | Crítica

Por: Isaac Ávila (@elpinshidiablo)
“Es el ciclo sin fin,
Que nos mueve a todos…”
El Rey León (Minkoff y Allers, 1997).
Marvel lo hizo de nuevo, creó gran expectativa, se prometía una perspectiva diferente y fue lo de siempre. Un filme simplón, insípido y anticlimático. Pensé que tendríamos Winter Soldier (Joe y Anthony Russo, 2014) para hermanos y resultó un producto sin alma que quería cumplir con la agenda, y lo logró.
Como comentario de apertura, recordé una clase que tuve en la Facultad. Un profesor nos decía “el Charleston es un Jazz pasado por cloro, solo para que le gustara a los blancos”. Y esto es lo que sucedió con esta película. Aquí mi punto de partida para hablar de la musicalización y diseño sonoro. Vi la proyección en una sala DOLBY ATMOS, donde se supone que el audio es rey.
La música parece que fue puesta con calzador. Convertía escenas con mucha acción en pasajes aburridos por la falta de emotividad. Aunque es de mi agrado esa música medio rap, medio electrónica fresa para la playa, no me es la mejor elección para un filme de acción. El resto de las pistas, digamos aquellas más cercanas a los ritmos africanos, ayudan a contextualizar y a subir el ritmo de lo que vemos, lástima que sea tan poca.
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Pasando a lo visual, si usted anhelaba secuencias de acción con firma de los Russo, que se nos prometieron en el Trailer, se equivocó brutalmente. Las secuencias de acción flaquean en su dirección y, en algunos momentos, los personajes parecen de plastilina. Me imagino que están guardando todo el CGI del mundo para Infinity War.
El desarrollo de personajes y sus motivaciones son intrascendentes y caen en el cliché continuo del bueno que es muy bueno porque así debe ser y el malo que parece tener una buena motivación que no termina cuajando por clonarse de otro personaje. SPOILER, el tema central es que Wakanda jamás ha ayudado al mundo exterior con todo su poder tecnológico, económico y médico. Por eso, N’Jobu, hermano del rey T’Chaka, busca redimir esto con la invasión a cargo de Klaue (el más desperdiciado en la película). Con ello, se pretende traer el bien a todos los pueblos del mundo por medio de una invasión (cualquier parecido con la realidad del vecino del norte es pura coincidencia).
Después, el resultado de los pecados de todos los wakandianos, Killmonger, se presenta para reclamar el trono en nombre del “bien de la humanidad y prepara la invasión al mundo (¿Dónde he visto esto, dónde?), para que al final “ayude” a T’Chala a convertirse en el rey que debe ser para Wakanda. FIN DEL SPOILER.
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El recurso de los malos no son malos, sólo tuvieron una mala vida y el black power para vender algo, está muy sobre explotado y valorado. Pero no entremos en discusiones bizantinas sobre la corrección política y lo que vende. Por eso, seguiremos con la historia.
En términos de narrativa, la película es predecible desde el momento uno. Todo es transparente y bastante monótono. Aquel DEUS clásico de los enemigos a los que se les pide ayuda, la niegan y después aparecen de la nada, le da el toque final de la película que todos querían ver, como cuando Beorn aparece en la batalla de los cinco ejércitos para cambiar el rumbo de la guerra, en el libro, no en la película.
Más que contar la historia del ascenso al poder del nuevo (Pancho) Pantera Negra, el guion se interesa más en los temas de agenda como el racismo y la opresión, la redención y búsqueda de los “derechos” de los demás. Es una película cumplidora al ojo del consumo y que, aun con romper los propios récords internos en Marvel, pasará al olvido como muchas otros títulos de esta productora.
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