Life: vida intrascendente

La ciencia ficción nos permite viajar al futuro, lidiar con supuestos tecnológicos que atentan contra la humanidad, aventurarnos en busca de vida inteligente, etc. Esta necesidad de explorar el espacio ha sido ilustrada en cientos de películas, lo cual complica la originalidad de retratarle en los filmes más recientes y en los venideros. En el caso de Hollywood, advertimos una decadencia de creatividad: tramas que carecen de profundidad en sus personajes, en sus acciones y planteamientos.
Retomar el tema de alienígenas asesinos no es una aventura que se pueda hacer sin regresar a esos referentes que fueron, son y serán trascendentes en la historia del cine como Alien (Ridley Scott, 1979), la cual marcó a toda una generación y configuró una franquicia en el género que difícilmente será superada y que sigue estrenando películas después de casi 40 años.
Pero Life no es tan afortunada; y muy pocos de nosotros la recordaremos. Su referente inmediato es Alien (porque es la más chida), quisieron mejorarlo y aumentarlo, pero solo crearon un cúmulo de pistas para predecir secuencia tras secuencia, clichés y elementos sacados de la manga que en vez de atrapar al espectador, lo alejan (porque la audiencia ya no se cree todo).
La historia es muy sencilla: un grupo de científicos ha encontrado unas muestras en Marte y pretenden analizarlas. Su investigación parece no correr peligro hasta que el espécimen, que primero era una célula, ahora se ha multiplicado y ha desarrollado un sentido de supervivencia que provocará deshacerse de los humanos que tripulan la nave.
Aquel ser es una especie de calamar baboso, se desliza hasta por los espacios más estrechos. Es superpoderosa, súper inteligente, adaptable a cualquier ambiente y además se alimenta de los humanos que va matando. A todos les espera un final infeliz.
Todo va al grano, la odisea es salir vivo de la estación espacial. Mantiene el suspenso y en las escenas climáticas no hay espacio para la imaginación, el espectador sufre por la tortura de la infame criatura hacia los personajes, pero su destino se vuelve predecible a cada minuto.
Por la temática y el lugar en el que Life se desarrolla, Daniel Espinosa y su departamento de fotografía a cargo de Seamus McGarvey optaron por la frialdad en la paleta de colores (acertada para este tipo de historias), que crea la sensación de lejanía y soledad en el espacio. Los planos se vuelven genéricos y se agrega uno que otro plano secuencia con la intención de mostrarnos el recorrido del resbaladizo ser, o la arquitectura espacial interna de la nave, así como para generar desesperación durante las persecuciones desventajosa que sufren los tripulantes.
El CGI es más que evidente y en muchas escenas provoca salirse de la ficción, sin embargo el diseño de la criatura es en un inicio una forma que no ocasiona ninguna intimidación, pero que su evolución te hará desear no querer toparte nunca con ella.
Las actuaciones no son maravillosas pero tampoco decepcionan, a pesar de que tienen su propia biografía y el director solo trata de mostrar un poco, no profundiza en ninguno de ellos, su misión está bien definida, pero hasta ahí. Life es totalmente palomera, nada profunda, y recomendable para aquellos que no esperan una historia fascinante.
Fan Valdés
Pedagoga de formación pero cineasta por convicción, artista plástica en el tiempo libre.
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