Neruda: la antibiopic

Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar indefectiblemente te encontrarás a ti mismo, y ésa, sólo ésa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas.
-Pablo Neruda
Neruda, la biopic o mejor dicho “anti-biopic”, como la ha llamado su director Pablo Larraín, abre una ventana hacia un encuentro novelístico, a una aventura entre la realidad y la ficción que parte de un hecho verídico frente a la presión política que sufría Neruda a mitad del siglo XX. Todo combinado con esencias del cine noir y thriller.
A Larraín lo hemos visto muy presente con su afición por las cintas históricas, lo cual se nota ya desde la nominada por la academia No. Hoy, el director chileno que está rompiendo fronteras no solo se conforma con retratar a Jaqueline Kennedy en Jackie (2016), sino que también aprovecha para realizar la “antibiografía” de su compatriota chileno, el poeta Pablo Neruda. La llama así porque cabe resaltar que es totalmente una ficción, sí, toma un hecho real vivido por el escritor, pero transformado en una historia de suspenso y persecución policiaca.
La mezcolanza hace sentir al espectador como si le leyeran una novela. El diálogo se vuelve abrumador a los escasos minutos de iniciada la película; el narrador y detective (Gael García Bernal) además de contarnos lo que vemos, explica lo que se planea hacer y detalla hasta su sentir, como si las imágenes no lo hicieran por sí solas. Trata a la audiencia como en una especie de tutorial, como si no supiera qué está pasando y necesitara de las palabras (en exceso). Es ahí donde cojea la cinta, en su insaciable búsqueda por mostrar la ficción a través de una novela que también es ficticia, pero que no fue plasmada con imágenes sino con frases.
Guillermo Calderón (guion) describe a un Neruda extravagante, frívolo, burlón de la justicia y decadente, entre bacanales recita poesía rodeado de mujeres sin ropas, regodeado de su intelecto. El año es 1949 en la República de Chile, el ambiente hostil entre el Senado y sus integrantes no se esconde; el entonces Presidente González Videla (Alfredo Castro), molesto por los comentarios del comunista Neruda, manda a buscarlo y arrestarlo. Tal encomienda está bajo la responsabilidad del detective Peluchonneau (Gael García).
La huida es inminente, y así comienza una persecución policial. El persecutor se enfrenta a un dilema de existencia y de importancia en la historia, ¿es él el personaje principal o un simple secundario?
La caza se convierte en el eje de ambos personajes, Pablo burla a la policía con maestría, gracias a la ayuda de sus amigos y familiares, quienes no titubean al involucrarse pese a las consecuencias que les traerá; mientras el pueblo lee “Neruda traidor” en las paredes de las calles. El apoyo de su amigo Picasso y su mujer Delia, son de vital importancia para salvaguardar su vida y su reputación.
La policía tan cerca y tan lejos de encontrarlo, gasta todos sus esfuerzos. Mientras, el poeta sigue escribiendo y dejando pistas a su perseguidor. La captura se ve inalcanzable y frustrada, tal vez porque el detective fue una simple creación.
En su conjunto, Neruda sólo alcanza a ser una película entretenida. Sus aciertos son sin lugar a dudas en el departamento de diseño de producción, arte, vestuario, maquillaje y fotografía. En cuanto al cast (al cual vemos en No) la actuación de Luis Gnecco sobresale, al igual que la de Gael García. En conclusión, pudo haber sido una atractiva novela policiaca, pero decidieron hacerla película.
Fan Valdés
Pedagoga de formación pero cineasta por convicción, artista plástica en el tiempo libre.
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