Henri Cartier-Bresson, sin categoría

Él odiaba la fotografía a color y los pies de foto. Mencionaba que Robert Capa era el optimista y Chim, pesimista; ¿Henri? él se decía impulsivo. Se dejó seducir por el cuarto oscuro debido a que la fotografía era “una manera de vivir más intensamente” y hoy sus imágenes son testigo de lo formidable que es la coexistencia de la luz y el tiempo.
Las portadas en Life, los fotoreportajes para la agencia Magnum y un sinfín de portafolios hoy imprescindibles en la educación del ojo fotográfico, son una advertencia de que no existe límite ante el deseo de expresarse a través de los contrastes: Henri Cartier-Bresson desbordaba el mismo frenesí en el obturador ante el campo de batalla y cuando el fulgor de su mirada se debía al reflejo de aquellos paisajes surrealistas en cada uno de sus viajes alrededor del mundo. Sus propias palabras lo expresan: “A veces era la guerra. A veces no era la guerra. A veces era pacífico. Cuando una situación está llena de posibilidades debes estar presente…”
Henri no fue una fuente de postales turísticas. Él nos regaló pasajes de la vida ante los cuales el espectador péndula entre la sonrisa que despierta ver la cotidianidad capturada en una geometría de tonos, y el desasosiego que provocan ciertas dificultades sociales.
En cada revelado, el hombre francés de sonrisa tenue también revelaba a la posteridad la importancia de la sencillez e inmenso era el motor que lo orillaba a utilizar la cámara para congelar desde un destello, hasta las desventuras en la guerra. Con la Brigada Lincoln en España, Victoria de la vida y España vivirá son algunos filmes sobre la guerra civil realizados por Henri, quien también se dejó atrapar por el proceso del cine, e incluso, fascinado por el trabajo de Luis Buñuel, intentó ser su ayudante de dirección. En una entrevista declaró que todo su conocimiento se lo debía al pintor André Lhote y a Jean Renoir, de quien sí logró ser asistente en Una salida al campo y La vie est a nous.
“Todo es interesante, desde tu propia habitación. Pero, al mismo tiempo, no puedes fotografiar todo lo que ves. En algunos lugares el pulso late más que en otros”. Henri Cartier-Bresson
La herencia del cofundador de la Agencia Magnum es una muestra de que la manifestación a través de la pintura, cine y fotografía, más que una ocupación, se trata de una necesidad. Sin embargo, tal actividad requiere ir de la mano con la exigencia. Por lo cual, el trabajo de Henri será siempre un mosaico de lecciones para aquel que en su terreno figure la bandera de la libertad creativa.
Para el padre del fotoperiodismo, el retrato era la tarea más difícil debido a que “eres como un biólogo y su microscopio: al estudiar algo, ese algo no reacciona igual que cuando no está siendo estudiado”. Sin embargo, la dificultad en él siempre actuaba como un impulso y logró impecables retratos de diversas personalidades como Albert Camus, Matisse, Jean-Paul Sartre, Truman Capote, Ezra Pound, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, entre muchos otros.

El legado de Henri está cargado de reflexión. Ante su fotografías, caben las preguntas sobre nuestro propio tiempo, ¿qué estamos fotografiando? ¿Cuál es el poder de la imagen ante un contexto caracterizado por la catástrofe? ¿Cómo atestiguaremos el tiempo del que somos parte y el cual definimos con nuestras acciones?
Leticia Arredondo
Cofundadora y editora de ZOOM F7. Escribo sobre cine y fotografía.
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