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La gran muralla: hombre blanco, eterno héroe

fotos pelicula la gran muralla 03

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¿Cuándo fue la última vez que alguien vio ganarle (refiriéndose a Obama), digamos, a China, en un acuerdo comercial?

Nos matan. Yo le gano a China todo el tiempo. Todo el tiempo.

Donald Trump

Todo gran director sufre al menos un descalabro durante su filmografía, La gran muralla es la mancha en la trayectoria del genial Zhang Yimou. Tardó mucho en hallar su talón de Aquiles: asociarse con el hermano estadounidense a través de Matt Damon, el amigou gringo que viene a salvar al mismísimo emperador a la usanza de Tom Cruise y Kevin Costner. Un hombre blanco que nos viene a demostrar que las minorías –en China aquello resuena– vivimos en la eterna ineptitud de la indefensión, gracias U.S.A. ¡por salvar el día!

William es un mercenario que busca saquear, o mejor dicho comerciar productos con un ejército que resguarda la muralla. Su principal objetivo es hacerse de pólvora para crear el “arma más poderosa jamás vista”. En el trayecto se enfrenta a una extraña criatura a la que vence con facilidad; este encuentro le abrirá las puertas de la fortaleza en donde será recibido como un noble y gallardo guerrero. El resto es historia conocida, la tropa se rinde ante el semi dios foráneo cuyo destino es salvar al país entero de las garras de los seres extraordinarios.

El guion pinta mal desde los créditos, cinco personas le metieron mano a un texto construido a base de clichés nocivos para las llamadas minorías. Basta recordar la escena en donde el patiño español del héroe principal torea a una de las bestias, porque todo ser humano que se respete sabe que todos los españoles son toreros. Las situaciones climáticas se resuelven al estilo del último hombre en pie, con una serie de sacrificios con los cuales es imposible simpatizar debido a la nula conexión entre histriones y público. Sin personajes tridimensionales el único sustento de la película recae en las secuencias de combate, escasas y repetitivas.

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El primer acto apantalla por novedoso pero rápidamente se desdibuja ante la reiteración. El único atributo de la cinta son las coreografías diseñadas por el realizador chino, quien complementa con sutiles pero arriesgados movimientos de la cámara que siguen la acción trepidante. Es una lástima mirar un producto tan desangelado toda vez que se trata del mismo director de  Héroe (2002). Supongo que Yimou debía saldar sus deudas.

El diseño de vestuario siempre destaca en las producciones del cineasta, en este caso no es la excepción. El primer acercamiento al ejército de la muralla asombra por su estructuración a base de colores, a cada escuadrón se le otorga un tono distinto del otro para definir no sólo su sexo, también su función dentro de la tropa. Cientos de extras digitales invaden el plano en diferentes posiciones dentro del campo de batalla en una clara referencia a filmes como Kagemusha (1980) , del maestro Kurosawa.

En tiempos de tensión política entre las dos grandes potencias, surge esta alianza entre Hollywood y el realizador chino. El titán americano financió el bache artístico de Yimou. La gran muralla no es un mal blockbuster, tan sólo es una pésima película dentro de la filmografía de uno de los cineastas más interesantes del cine contemporáneo. Y sí, como dijo el ahora presidente de los Estados Unidos, en esta ocasión, perdió China.

Gerardo Herrera

Guionista, cofundador y editor de Zoom F7

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