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Jim Carrey fuera de su zona de confort

el show de truma la historia de una vida peter weir

Lemony Snicket: una serie de eventos desafortunados serie

Por: Leslie Valle

“La gente me pregunta todo el tiempo si prefiero el drama o la comedia; mi respuesta es sencilla: ¡siguiente pregunta!” Jim Carrey

Al escuchar “Jim Carrey” inmediatamente nos vienen a la mente sus exagerados gestos y todas esa películas graciosas que tanto le gusta hacer; pero lejos, muy lejos, de su tan conocida comedia física existen algunos filmes —no muchos, eso sí— que nos demuestran que Carrey sí puede ser un buen actor.

Carrey es un comediante dotado de un gran talento, lo cual no significa que sea para todos los gustos. Ha ido creciendo como actor a lo largo de los años, puliendo su comicidad histérica hasta hacerla mucho más potable y eficaz, amén de que se ha probado como intérprete fiable en papeles dramáticos, y eso le ha dado un rango mucho mayor (y lo ha salvado de ser una moda pasajera).

Todo mundo ha visto por lo menos una vez alguna de sus películas cómicas y es que varias de sus actuaciones serias han pasado con más pena que gloria por las salas cinematográficas, como es el caso de The number 23 (Noel Schumacher, 2007). A continuación enlisto cinco filmes que demuestran que el talento de Jim Carrey no es únicamente hacer reír, asimismo, tales interpretaciones lo han salvado de ser solo un actor de moda temporal.

  1. Lemony Snicket: una serie de eventos desafortunados (Brad Silberling, 2004)

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Los pequeños Violet, Klaus y Sunny Baudelaire pierden a sus padres y todo lo que poseen en un misterioso incendio. Es tan solo el comienzo de una larga serie de eventos desafortunados. Desde ese momento su vida transcurre de forma peculiar, ya que son adoptados por los parientes lejanos más extraños que alguien pueda tener; entre los que destaca el nada talentoso actor teatral Conde Olaf (Jim Carrey).

Su actuación llama la atención dado que a pesar de ser un personaje bastante teatral, con movimientos y gesticulación exagerados, no es el mismo hombrecito que siempre trata de hacerse el chistoso, sino un personaje complejo que incomoda y hasta cierto punto intimida.

Un camaleón perseguidor de niños como lo es Olaf no pudo ser mejor interpretado, lo que le vale a Carrey sobresalir muy por encima del resto del elenco de tan conocida película.

  1. El show de Truman: la historia de una vida (Peter Weir, 1998)

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¿Alguna vez has pensado qué pasaría si todo lo que conoces fuera una mentira y que todos supieran la verdad excepto tú? Es exactamente lo que le sucede a Truman Burbank (Jim Carrey), quien desde su nacimiento es el protagonista de un reality show en el que absolutamente todos son actores e incluso todo es un gran foro de grabación, pero él no lo sabe. Todo con guiños a la teoría creacionista.

Aquí tenemos a un Carrey preocupado, asustado y con coraje. En esta película cada uno de sus movimientos aportan y enfatizan el ambiente de la historia, consigue transmitir lo que siente y el público se siente tan estresado como Truman por saber qué pasará al final (aunque sepamos desde un inicio de qué se trata todo).

  1. El lunático (Miloš Forman, 1999)

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Una película sobre la irracionalidad y la cordura, sobre los límites de la imaginación y la gran carpa teatral que es la vida. Vemos una historia biográfica del controversial artista del entretenimiento: Andy Kaufman, quien rompió con todos los esquemas establecidos en su época, quizá rayando en la locura.

En esta película Carrey brilla por su ausencia (y lo digo en el mejor sentido): a los cinco minutos de que la historia arranca te olvidas del actor y sólo te concentras en entender a Kaufman. De manera sombría y real, el cómico actual nos invita a reflexionar si ese otro cómico de antaño era simplemente un loco o quizá un genio incomprendido.

  1. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Michel Gondry, 2004)

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Historias de amor que en lugar de románticas son horripilantes, recuerdos dolorosos y experiencias indeseables… ¿quién no querría eliminarlos? Es por ello que la empresa Lacuna lo hace posible y Clementine (Kate Winslet) se convirtió en una de sus clientes que  acudió para borrar de su memoria a Joel (Jim Carrey). Cuando éste descubre lo que Clementine hizo, decide hacer lo mismo, pero en el transcurso se dará cuenta que quizá no es lo que realmente quiere…

En esta ocasión vemos a Carrey convertido en todo un miserable y pusilánime Joel, sin una pizca de la bufonería a la que nos tiene acostumbrados. Obligando así a todos aquellos que no toleran verlo en pantalla—me incluyo— a aceptar que sí puede hacer muy buenos papeles dramáticos, que incluso ayudan a tomar menos en cuenta las fallas en el guion.

  1. El inolvidable Simon Birch (Mark Steven Johnson, 1998)

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Narra la historia de Simon Birch (Ian Michael Smith) un niño de 12 años que padece el síndrome de Morquio —un desorden genético que entre otros síntomas causa enanismo— y su amigo Joe Wenteworth (a quien Jim Carrey interpreta cuando éste es adulto) quien vive sólo con su madre. Ambos sufren de interminables burlas y discriminación, pero juntos lucharán por cumplir sus sueños.

Si bien Carrey más que ser un actor principal funge como narrador —aunque sí aparece en pantalla tanto al principio como al final de la película— demuestra que aún no ha explotado al cien por ciento sus capacidades escénicas.

Al encasillarse en un género cinematográfico específico, ha ganado muchísimos seguidores, pero igual cantidad detractores. ¿Tú cuál faceta prefieres?

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