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No es más que Xavier Dolan

juste-la-fin-du-mondePor: Citlalli Vargas Contreras

“Esto sólo puede ser un adelanto del fin del mundo.” -Arthur Rimbaud

Tenemos la concepción de que las relaciones con nuestros consanguíneos y agregados deben ser copiadas de los modelos perfectos que Hollywood y la publicidad que nos muestran. Una familia, fuera de casa, es pura felicidad y amor, aunque dentro del hogar siempre existe un ático, un desván o un sótano, real o imaginario, donde guardamos los secretos más oscuros del núcleo familiar.

En Juste la fin du monde, el director quebequense Xavier Dolan, explora precisamente el lado más enigmático de la parentela a través de la historia de Louis (Gaspard Ulliel), un escritor de teatro que, luego de doce años, regresa a la casa materna para anunciar que pronto morirá.

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La visita de Louis se torna un recorrido a través de las variopintas personalidades de los miembros de su estirpe: su cuñada Catherine (Marion Cotillard), una mujer nerviosa, tímida y reservada que calla más de lo que le gustaría; su hermana menor Suzanne (Léa Seydoux), quien se la pasa drogada y odia los convencionalismos que, sin embargo, tiene que soportar por presión de su madre; su hermano Antoine (Vincent Cassel), impaciente, intempestivo, violento como un huracán pero sensible bajo su coraza; y su madre (Nathalie Baye), quien ha desistido de intentar dejar el cigarro y sólo busca proteger a sus hijos, aunque no los entienda en lo más mínimo.

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A diferencia de las anteriores cintas de Dolan, Juste la fin du monde es extremadamente angustiante, incluso más que su cuarta película, Tom à la ferme, con la que comparte el hecho de que ambas son adaptaciones de guiones de teatro. La narrativa es lenta y se desarrolla principalmente en la casa en un lapso de menos de un día que, sin embargo, parece eterno.

Siendo fiel a la ya conocida estética de Xavier, la película está, además, colmada de planos cerrados, principalmente de los rostros de los personajes, lo cual provoca una sensación de claustrofobia al no poder ver más allá de sus narices. Asimismo, la cinematografía de André Turpin se dedicó a llenarla de tonalidades amarillas que recuerdan aquella frase de Borges que dice, “Verás el color amarillo y sombras y luces. La ceguera gradual no es cosa trágica. Es como un lento atardecer de verano”.

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Por otra parte, Dolan vuelve a dar en el clavo con la selección musical que ambienta perfectamente los ambientes indicados. Esta vez, el soundtrack incluye temas como I miss you de Blink 182, Spanish Sahara de Foals, Natural Blues de Moby y hasta Genesis de Grimes.

Este drama le valió a Dolan, ya más que reconocido en Cannes, el Grand Prix y el Premio del Jurado Ecuménico durante el festival de este año, además de que ha sido seleccionado para participar como el candidato canadiense a Mejor Película Extranjera en la 89 edición de los Premios de la Academia.

Sin embargo, la crítica trató con brutalidad la cinta del joven director, tachándola de ser un film extremadamente pretencioso, lento e irritante. Incluso en los portales Rotten Tomatoes y IMDb, la cinta alcanzó, respectivamente, 44% en el Tomatómetro y 7.2/10, siendo las calificaciones más bajas de sus cintas. Ante esto, Dolan declaró que ésta era su mejor y más madura película y, sinceramente, yo estoy de acuerdo con él.

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Juste la fin du monde representa un quiebre más en su carrera, así como lo fueron en su momento Laurence Anyways, Tom à la ferme y Mommy, un rompimiento con el paradigma de enfant terrible esteta en el que han buscado encasillar desde sus inicios al cineasta. Claramente ya no es el chico de 19 años que filmó J’ai tué ma mère pero tampoco es el joven adulto de hace dos años que realizó Mommy. Xavier Dolan ha sabido cómo diferenciar cada una de sus películas a pesar de que hay elementos en ellas que se repiten, como la evocación a la madre y el amor no correspondido, y justo eso es lo más destacable de él, que nunca se ha quedado en el mismo lugar, ni siquiera lo intenta, ya que constantemente busca maneras de moverse de su zona de confort e innovar en determinados aspectos con cada film que hace. Por otra parte, es cansado que la crítica siga haciendo hincapié en que exista un personaje homosexual cuando Xavier, a pesar de ser gay, ha manifestado que ése no es el punto central de sus historias.

El sexto film de Dolan es, después de todo, el ático, desván o sótano donde se guardan los secretos oscuros que ha sido dejado abierto a propósito para que nosotros, espectadores, nos adentremos en ese aspecto oscuro del núcleo familiar que, a muchos, no nos es tan indiferente. A final de cuentas, no es más que el fin del mundo.

Funciones en la Ciudad de México http://bit.ly/2fPvuZo

Trailer:

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