El Jeremías

Los niños son preguntones, pero Jeremías lo es más. Tiene un IQ de 160 y en su cabeza hay miles de dudas. Una de ellas, y la que más le preocupa, ¿Qué debo ser de grande? ¿Físico como Albert Einstein? ¿Músico como Jim Morrison? ¿O científico como Marie Curie?
Sobre esta búsqueda se desarrolla la trama de la película mexicana El jeremías, y naturalmente, diversos obstáculos se presentan la misión de nuestro agradable pero demasiado correcto e inocente personaje. Un sistema educativo en el que no es más que objeto de burla, tanto de su profesora, como de sus compañeros. Una familia de escasos recursos económicos, que no tiene estudios profesionales, vive en un barrio pobre del norte del país y no es consciente de la capacidad intelectual de Jeremías, y cuando por fin descubre su nivel de inteligencia, sólo se preocupa por el dinero que podría dejarles al aprovechar su talento. Sí, el personaje es una mezcla entre el largometraje Matilda (Danny DeVito, 1996) y la serie de televisión Malcolm in the middle.
El dilema es interesante, ya que Jeremías se percata que no es el único que vive un tanto atormentado por dicha duda existencial. No importa si tienes gran intelecto o no, saber lo que se quiere en la vida no es fácil. Y menos a los ocho años. La reflexión es un acierto, ¿a qué responde lo que se elige “ser” en la vida? ¿A una presión familiar? ¿A las circunstancias del contexto?
El problema es que hay un cúmulo de elementos que no aportan a la trama, personajes y escenas sin trascendencia que sólo destacan y destacan las diferencias entre pobres y ricos. Porque claro, si está en Cinemex y es una película mexicana, el clasismo explotado hasta el cansancio y las risas es un requisito. Si no es “chistosa” ¿cómo la puedes recomendar y cómo puede situarse entre las primeras posiciones en la taquilla liderada por Dr. Strange?
No importa si tienes a un personaje con gran potencial, (no me refiero al IQ de Jeremías, sino a su peso como elemento dramático), los pobres que causan gracia y los ricos exitosos deben estar presentes aunque ya hayan quedado claras las características e importancia de cómo influye el contexto económico y social en el desarrollo de la historia.
Aun con ello, la película tiene muy rescatables momentos. Cuando Jeremías encuentra el verdadero hogar fuera de casa al conocer por accidente al dueño de una librería. Cómo aprende que no todo es bueno o malo. Cómo se va desdibujando su inocencia en su desesperación por hallar su vocación. En qué se basa para tomar sus decisiones, y cómo vive las consecuencias de éstas.
En fin, diversos instantes que son dignos de dedicarle al filme las casi dos horas que dura, pero desgraciadamente gran parte del público la recordará como un producto gracioso, como “todas” las historias del cine mexicano.
Leticia Arredondo
Cofundadora y editora de ZOOM F7. Escribo sobre cine y fotografía.
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