Justo ahora, mal entonces: El silencio incómodo

Por: Rodrigo Garay Ysita
Qué cantidad de cosas se guarda el silencio incómodo. Palabras tambaleantes, principalmente; fraseos nerviosos acerca del clima y el tráfico perdidos entre chistes demasiado idiotas para gastar saliva en ellos; eructos y tosidos, anécdotas inútiles, balbuceos sobre las ganas locas de hablarte, sobre el asco y el por favor déjame en paz. Sobre el amor impronunciable.
Observe la seca tensión entre dos personas que no saben qué decirse en esa película coreana cuyo nombre original es demasiado estorboso como para ser escrito aquí (pero que el rigor que dictan las nobles musas de la crítica por internet jamás nos permitiría evadir) y que en español se llama Justo ahora, mal entonces (Ji-geum-eun-mat-go-geu-ddae-neun-teul-li-da, 2015), del autor también coreano Hong Sang-soo, que es un sobrio compendio de silencios protectores de las bellezas y maldades que, brillando por su ausencia, son los secretos que guardan las bocas cerradas por la torpeza.
El filme, pues, es el relato en dos partes de un encuentro amoroso fallido y de la fantasía que le sigue. O viceversa. Durante la primera hora, el exitoso director de cine Ham Cheon-soo se enamora a primera vista de la pintora novata Yoon Hee-jeong, a quien asedia con proposiciones cafeteras, verborrea y halagos medio hipócritas como buen caballero galante. Durante la segunda, el exitoso director de cine Ham Cheon-soo se enamora a primera vista de la pintora novata Yoon Hee-jeong, con quien quizás tenga que cuidar mejor sus palabras.
Como en La casualidad (Przypadek, 1987), de Krzysztof Kieślowski, en la cual se ilustran tres futuros diferentes de un joven estudiante a punto de tomar un tren, el argumento de Hong Sang-soo juega con las múltiples posibilidades de un mismo hecho inicial. No hay explicación —porque no se necesita— de por qué el director ha dado la vuelta al tiempo y le ha regalado una segunda oportunidad a sus protagonistas, que no están conscientes de que ya se habían conocido en el justo entonces y de que todo les había salido mal.
Las variaciones de la segunda parte de Justo ahora, mal entonces nos servirán a los paranoicos y eternos inconformes como una entretenida purga del costo de oportunidad que hemos tenido que pagar a través de los años. El famoso what if… que enloquece a las mentes nerviosas, que nunca estarán agusto con lo que acaban de decir porque pudo haber sido más certero, chistoso, inteligente o sagaz. ¿Y qué habría pasado si la frase castigada sí hubiera roto el silencio incómodo? Se gana a la chica, se pierde a la chica; se vuelve valiente el cobarde, se dice de más y de menos. De manera tal vez muy simplona, la correcta manipulación del silencio determina si hay decepción o final feliz.
Ahora bien, o Corea del Sur tiene los restaurantes más callados del mundo o la intimidad entre los artistas, sin importar el espacio público que tengan de fondo, es deliberada. Hong Sang-soo dispone de Ham y Hee-jeong como si fueran el último hombre y la última mujer sobre la Tierra, encerrándolos en una burbuja teatral en donde el único sonido es el de sus voces y en donde pocos actores secundarios (y prácticamente ningún extra) pueden interrumpirlos. Vistos a través de largos planos secuencia, los platicadores sólo se esconden y se revelan mediante el diálogo. Hay que agradecer, por cierto, lo espontáneo de las conversaciones en coreano luego de la brutalidad con la que el director destrozó el idioma inglés en su insoportable película anterior, La colina de la libertad (Ja-yu-eui eon-deok, 2014).
A diferencia de Kieślowski, que era mucho más oscuro, Hong Sang-soo navega con ligereza sobre las aguas turbias de la vieja discusión que enfrenta al determinismo y al libre albedrío. Lo único dudoso de su planteamiento (que uno se cuestiona de la manera más improductiva, como suele ser la necedad del preguntón) es la arbitrariedad con la que cambia el destino de sus personajes y, por extensión, con la que define cuándo pintamos de naranja y cuándo de verde, cuándo exageramos de sinceridad y cuándo pasamos desapercibidos por el buen uso de la cómoda diplomacia; es el azar, traído de la mano del guionista caprichoso, el que dicta qué se queda entre dientes y qué se esgrime como sable lingüístico en el duelo de los sexos (pues aquí queda expuesto brillantemente, entre muchas otras cosas, el cambio de poder en una relación bipartita, siempre oscilante y dependiente de palabras mágicas).
Con un optimismo franco que es inusual para la época, Justo ahora, mal entonces muestra una dulce visión de las múltiples versiones del individuo. En uno de esos universos paralelos, Ham Cheon-soo ya no se siente tan solo.
Ficha técnica
Dirección: Hong Sang-soo.
Guion: Hong Sang-soo.
Producción: Kim Kyoung-hee.
Reparto: Jeong Jae-yeong, Kim Min-hee, Yoon Yeo-jeong, Gi Ju-bong, Choi Hwa-Jeong, Yoo Joon-sang.
Edición: Hahm Sung-won.
Fotografía: Park Hong-yeol.
Música: Jeong Yong-jin.
País: Corea del Sur.
Año: 2015.
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