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No respires | Crítica

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Una oleada de películas de suspenso han invadido las salas este 2016, primero Miedo profundo de Jaume Collet Serra y ahora No respires del director uruguayo Fede Álvarez. En esta ocasión la dupla director-productor vuelve a unir fuerzas para entregar una cinta digna del suspense.

Sin duda No respires me remite a otras tantas como La habitación del pánico (David Fincher, 2002) pero en la primera el suspenso es muy real, los personajes son más sólidos, sus motivaciones más creíbles y los ambientes menos amigables.

Una banda de jóvenes ladrones amateurs comienza a hacer carrera en el robo a casas; tres integrantes son suficientes para cubrir, operar y vigilar a cada nuevo evento.

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Con la esperanza de salir de su lugar de residencia en Detroit para vivir su gran sueño en Los Ángeles, los ladrones consideran un nuevo reto: robar una fuerte cantidad de dinero en una casa a las afueras y en medio de la nada.

Se organizan para realizar el atraco y parece que todo está a su favor: un propietario ciego en una casa abandonada,  dentro de un vecindario  lejano y solitario. Todo indica que son las cartas perfectas para jugar al póker…y ¡ganar!

El suspenso arranca cuando los jóvenes sin experiencia, guiados sólo por su avaricia, entran en territorio enemigo. La víctima se vuelve el villano, quien pretende hacer justicia por su propia mano a quien intente amenazarlo. El hombre es un veterano de guerra, débil visual pero prácticamente invencible; su complejidad como personaje aumenta conforme avanza el filme (no daré más spoilers de los necesarios.)

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Los ambientes opresivos, la oscuridad, los laberintos dentro de la propiedad y los miles de cerrojos por doquier, adquieren una interesante relevancia y aumentan de una manera efectiva los nervios del espectador.

Los giros de tuerca elevan y bajan los niveles de tensión y cuando parece que todo ha pasado, la historia siempre tiene preparado un as bajo la manga.

Los movimientos de cámara son ligeros, destaca uno de los primeros planos dentro de la casa que revela las instalaciones, los cuartos, las paredes y los posibles escapes. El departamento de fotografía también destaca al lidiar con lugares muy cerrados y oscuros, además utilizan los rojos intensos en algunas habitaciones, lo cual hace parecer que estás en el mismísimo infierno.

Sin duda, en el cast Stephen Lang se lleva las palmas, con sus escasos diálogos hace aún más tenebroso el desarrollo de la trama. Aquel indefenso personaje hará que cambies tu percepción durante toda la película.

Definitivamente los puntos débiles están en el guion: emergen como clichés y el final es una patada en la entrepierna. Claro que es una película entretenida, y si eres adicto al suspenso se trata de una excelente opción para ti. Sólo espero que no te la pases gritando como las señoras que estaban a mi lado.

Fan Valdés

Pedagoga de formación pero cineasta por convicción, artista plástica en el tiempo libre.

 

 

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