Hace 32 años un sismo de 8.1 grados en escala Richter no sólo terminó con miles de inmuebles: la tranquilidad y la alegría de los mexicanos se desvaneció entre toneladas de piedras y nubes de polvo que opacaron aquella mañana. La solidaridad fue la bandera que regresó la esperanza a quienes lo perdieron todo, y los fotógrafos estuvieron ahí para documentarlo.