Recámaras desiertas

Por: Citlalli Vargas Contreras
En 1982, José Agustín publicó Ciudades Desiertas, novela perteneciente a la llamada Literatura de la onda, movimiento que surgió en los 60 como una ruptura de ciertos paradigmas literarios tradicionales. La novela cuenta la historia de un joven matrimonio: Eligio y Susana, y el “escape” de esta última de los convencionalismos y los arquetipos comunes de una mujer casada mexicana. Al enterarse de la fuga de su mujer, Eligio la busca con desesperación para llevarla de regreso a la Ciudad de México. Al mismo tiempo, entre líneas José Agustín devela una crítica hacia la sociedad estadounidense y a su manera de verse a sí mismos como el ideal de perfección para un país.
34 años después, el director Roberto Sneider (Arráncame la vida) dirige Me estás matando Susana, basada en la historia creada por José Agustín, en la que vemos a Gael García en el papel de Eligio y a Verónica Echegui como Susana. La película traslada a aquellos personajes y su contexto hasta nuestros días, donde, a pesar del paso de los años, la figura del “machito” mexicano y las ideas de la esposa sumisa no han cambiado mucho.
Se trata de un guion de calidad porque logró adaptar la novela de una manera desenfadada, conservando la esencia de la tragicomedia. Además, aunque la cinta se centra más en la relación de los personajes que en la crítica de Agustín hacia los gringos, no pierden la oportunidad para atisbar el pensamiento del autor, a través de la voz de Eligio, con respecto a dicha sociedad.
Cabe destacar también la manera en la que Sneider introduce a través de los diálogos y las interacciones entre los personajes e, incluso en secuencias de escenas, elementos importantes de la novela que el narrador menciona, como los sentimientos de Irene, una chica gringa, con respecto a Eligio, o el proceso que este último vive cuando Susana vuelve a dejar la recámara desierta una vez más.
En tanto, la actuación de Gael se adecua perfectamente a la personalidad de Eligio, siendo éste un cínico personaje, sinvergüenza y cómico por naturaleza, carismático incluso, pero también un hombre celoso, esposo hecho a la vieja escuela donde él es el que manda (o supone que manda) en el matrimonio. En cuanto a Verónica Echegui, es truculenta la elección de una chica española para encarnar a Susana, quien es mexicana. Su interpretación es buena, sin embargo, gran parte de la esencia del personaje en la novela radica en su nacionalidad, como su fuerza, su manera de reaccionar ante los insultos y las mentadas de madre de Eligio, entre otras cosas.
Si bien la cinta apela más a la comedia que la novela, al final, tanto José Agustín como Roberto Sneider presentan a sus respectivas audiencias un relato de la búsqueda de la libertad, del encuentro consigo mismo, de un lado del amor que más de uno conoce pero del que muy pocos se atreven a hablar y, sobre todo, es un reconocimiento de la mujer, de su independencia, sus misterios, sus miedos y deseos, sus pasiones violentas, su sensualidad, su inteligencia, su locura y su magia.
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