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Epitafio: el vicio del cine contemplativo

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Largo tiempo se ha esperado para ver una película relacionada con el tema de la conquista y la etapa prehispánica. Epitafio (2015), escrita y dirigida por Rubén Imaz y Yulene Olaizola, intenta hacer a duras penas simbolismo en un relato tedioso e innecesario perdido entre los libros de historia y la imaginación de estos dos directores.

Tres soldados españoles provenientes de la famosa expedición de Hernán Cortes reciben la honorífica encomienda de buscar recursos con el fin de solventar el parque para los mosquetes y continuar su viaje entre las montañas por el valle de México, hasta la emblemática ciudad de Tenochtitlan. Diego de Ordaz (Xabier Coronado) es el capitán del pequeño grupo que, después de ser guiado por los indígenas hasta las faldas del volcán Popocatépetl, es dejado a  su suerte por los indígenas, pues consideran el saliente del volcán como una puerta al inframundo.

La película se presentó en el más reciente FICUNAM, cuya programación tuvo 99 obras más. Ha recibido ciertas críticas por ser prehispánica, ya que muestra una mirada desde el punto de vista de los conquistadores, sin embargo Epitafio es insuficiente por razones que van más allá de la postura representativa de la película al abordar tal tema.

Filmar sobre un relato histórico requiere  que se investigue todo tipo de fuentes tanto autorizadas como fuentes secundarias,  empero, debe tener una disputa significativa, ya sea entre personajes u otros elementos que,  inventados o no, provoquen giros en las situaciones. Epitafio falla justo ahí, ya que aun con su intención reflexiva y humana de retratar a los invasores y su creciente delirio por la conquista, se queda en el nivel anecdótico. Los directores hicieron de un episodio poco conocido de la historia un relato tedioso sin ton ni son.

El trabajo no se criticaría desde el punto de vista de la historia, porque el problema no es el tema como tal, sino las carencias en el guion. Bajo una pretensión seudoartística, los escritores trajeron personajes con diálogos rimbombantes y conocidos de sobra, los cuales se convierten en un enemigo más que en un aliado, a pesar del contexto lingüístico pre cervantino.

La realización de los egresados del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) tiene su cuota de esfuerzo por acercar a una producción a ciertas altitudes sobre un volcán, pero en su trabajo predomina principalmente un vicio visual contemplativo, muy recurrente en el  cine mexicano actual.

Por otra parte, destacable es el diseño de producción, maquillaje y vestuario, esto junto con la selección de los personajes, cuyas cualidades se introducen en una atmósfera atinada en el diseño de sonido  que discreto.

Al final, Epitafio se queda como un intento fallido más de retratar el ambiente del México prehispánico, y que pareciera que sólo se monopoliza para el gusto de cierto público. El trayecto es esfuerzo, pero el trayecto todavía es largo para que el cine mexicano pueda ofrecer un relato inteligente, rico y verdaderamente crítico a la vez que le haga justicia a su propia historia.

Luis Zenil Castro 

Productor audiovisual y dibujante.

 

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