Little girl blue: un documental sobre Janis Joplin

Por: Isaac Ávila
“Take another little piece of my heart now, baby
Oh, oh, break it
Break another little bit of my heart now, darling”
-Janis Joplin. Piece of my heart (1968).
¿Cómo contar la historia de alguien que ‘podía sentir el dolor de todos’ en sus canciones e interpretaciones? Fácil, dale el micrófono. Deja que fluya en su espacio y que con sus talentos nos conduzca a los capítulos macizos de su existencia.
No sólo te recomiendo Janis: Little Girl Blue (Amy Berg, 2015) para conocer su onda y el rolaqueo amoroso de su mágica presencia, sino por el atinado trabajo de investigación, narrativa, diseño acústico y visual.
Voy punto por punto. Primero, la investigación. Cualquiera que se jacte de buen rocanrrolero, dedica parte de su tiempo a la consulta ¿Qué hacían tales o cuáles maeses mientras componían las piezas que tanto se graban en nuestra historia? Puede que conozcan algunos de los datos que en los documentales se presentan, pero aquí se metieron hasta la cocina, hurgando en las fotos familiares y la correspondencia que Janis intercambiaba con su familia.
Se agradece el trabajo sonoro que contribuye en todo momento para involucrarte aun más en el relato. Si no conoces la música de Janis, seguro te enamoras de ella. Ayuda en las transiciones entre épocas, en los sentimientos que se buscan transmitir de la Joplin y sus allegados. De la basta habilidad de esta mujer para relacionarse profundamente con lo que hacía y claro, del impacto de sus canciones e interpretaciones.
Bien podrán decir los exquisitos que son los títulos más conocidos, que podríamos escuchar en la famosa estación de proporciones universales del Valle de México, pero no es desatinado. Fueron y son estas las canciones con las que ella se conectó con su público. Con aquellos que tuvieron la fortuna de compartir escenario en diferentes dimensiones.
Los planos de sus entrevistas, aunque sobrios, crean el contraste adecuado para diferenciar lo que Janis era en comparación con otros onderos de la época. Ayudan a reflejar la belleza de sus interpretaciones y lo complicado que era(es) ser una persona intensa que no soportaba el estado de las cosas y luchaba por cambiar lo que alcanzaba a vislumbrar.
Me detengo una vez más en el trabajo de edición. De principio a fin puedes sentir el calor de la presencia de Janis. El enorme conflicto que tenía en su mente y la admiración que las personas sentían por su talento. El desenlace de una vida que prometía más y más éxito en su transformación del mundo a través de la música y las decepciones amorosas nada ajenas para los espectadores. Se usan a modo de cortinilla algunas tomas en tren que simbolizan la calma, los periodos en que la vida hacia notar cambios en Janis, en la escena del rock y en la narrativa de esta historia. Atinado, da la sensación de subirse al trip psicodélico de este rocanrrol.
Siempre se dice que nos adelantamos o atrasamos al tiempo en que debemos nacer. Así, la Bruja demuestra que el mundo no estaba preparado para sus ideas, para su amor, ni para la potencia de su música, ¿cuándo hemos estado listos? ¿Podremos algún día?
Janis: little girl blue está disponible en Netflix.
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