Coppola: de la mafia al terror

Después de concluir la célebre saga The Godfather III (1990), el director italoamericano incursionó por primera en el cine de terror, dejando en sus palmarés un trabajo muy particular. A sabiendas de su afición por filmes como Nosferatu (Wilhelm Murnau, 1922), y las interpretaciones de John Carradine en The House of Drácula (1945), Francis Ford Coppola centró su atención en la novela del Irlandés Bram Stoker, Drácula, título del cual Murnau nunca pudo conseguir los derechos debido a que la viuda de Stoker todavía los conservaba en los años veinte.
Como el mismo Coppola llegó a mencionar, “Bram Stoker se diferenciaba de otros escritores y poetas de su época por ser un romanticista tardío” quien transmitía una esencia de ensueño sobre ciertos hechos. Basándose en la sangrienta historia del antiguo monarca valaco, Vlad Tépes, quien detuvo la expansión musulmana en Europa oriental con tácticas violentas y logró horrorizar a sus adversarios e inclusive a sus aliados. Este héroe rumano fue el modelo a seguir por Stoker y a quien el cineasta retomó para su obra terrorífica.
Fascinado por la idea del contexto histórico, decidió abarcar este hecho en detrimento de sus antecesores. Él mismo expresó: “Me parecía angustiante ver que nadie abarcaba esta parte que es más que la esencia de Drácula, el vampiro”. Con base en esto, el director construyó su Azrael con Gary Oldman, su ángel caído con su conflicto y redención.
Se dice que la incursión al terror, cuando se viene de otros géneros del cine, es una empresa complicada, en gran medida porque se le atribuyen obras decadentes que se insertan en lo vulgar y burdo. Coppola ya había trabajado en cintas de terror, suspense y Sci-Fi, como The Terror (1962) y Dementia 13 (1963). No obstante, ninguna bajo su mandato como Drácula.
Por otra parte, probablemente los efectos visuales prácticos de Coppola son de los mejores realizados para el terror, dando una sensación con tono realista en un relato fársico. Esto se debió en gran medida al presupuesto ajustado con el que se dispuso para la cinta. Así comenzaron a desarrollar procedimientos para generar diferentes trucos, como la utilización de marcos sin espejos y el uso de maquetas en diferentes escalas “Encargué al diseñador de efectos visuales (Roman Coppola) que me ayudara a contar la historia con una serie de efectos prácticos, en los que utilizamos muñecos, para simular gente empalada o colgada de árboles en miniatura”, añade “Quería utilizar la imaginación, como el ilusionismo empleado por los primeros cineastas”.
La virtud de la cinta es que supo trasladar el suspenso de otros géneros al terror. Después de una obra tan importante como The Godfather o Apocalypse Now, no dejó de lado el entorno lóbrego y el montaje utilizado en puntos narrativos, como la memoria del vampiro y los deseos del objeto amado (Mina, Winona Ryder), gran Influencia en obras vampíricas posteriores como Interview with the Vampire (Neil Jordan, 1994) o Vampires (John Carpenter, 1998).
A pesar de ser una película que narrativamente no cierra con la fuerza deseada en el tercer acto, los diseños de vestuario y el ambiente sobresalen, dejan una sensación constante de la sangre y su sacrilegio. Después de un lugar sombrío como la casa de Michael Corleone, el castillo de Vlad se distinguió por múltiples vestuarios y diferentes personificaciones como bestia, lo que le valió dos premios Óscar: Mejor diseño de vestuario y Mejor maquillaje.
Desgracia e infortunio, siempre es un individuo el que se ve sumido en un mundo que realmente nunca deseó. Si existe algún paralelismo para Coppola entre la mafia y el vampirismo, sería que ni una ni otra, podrían invadir la vida sin la decisión propia de involucrarse, modos que tienes que aceptar primero por voluntad propia. Enfatizando una transgresión, el sojuzgamiento de un ángel corrompido, y una exploración en un mundo enigmático que no tenga otra cosa que ofrecer más que la ruina. Y donde el hombre desdichado al final tendría su exhumación con la muerte.
Es como el momento en que el conde menciona la frase célebre, cuando Jonathan Harter llega a la antigua morada: “Bienvenido a mi castillo, entre libremente por su propia voluntad y deje parte de la felicidad que trae consigo”.
Luis Zenil Castro
Productor audiovisual y dibujante.
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