Carneros, una historia de odio y supervivencia

La estética visual de Carneros (2015) es un excelente trabajo del director Gimúr Hákonarson y el fotógrafo Sturla Brandth Grovlen. Después de Summerland (2010), Hákonarson nos muestra con simpleza a través de planos largos la vida rural del hombre en el terreno islandés. Una tierra repleta de valles templados ubicados entre montañas, escarpados en roca y nieve.
Ahí también se advierte el daño, cuando problemas más grandes se aproximan y sólo queda un camino. “La aniquilación es sólo el más grande incentivo del hombre para escabullirse entre sus más reñidos adversarios”. Muchas veces estos adversarios se vuelven de forma impredecible, consanguíneos.
La película está narrada desde la perspectiva de Gummi (Sigurður Sigurjónsson), un granjero que vive en un amplio valle islandés dividido en dos, donde trabaja su hermano Kiddi (Theodór Júlíusson); ambos viven enemistados desde hace 40 años por razones que escapan a la memoria.
Sproti es el nombre del carnero al que le han diagnosticado la tembladera, una enfermedad proveniente del interior de Europa, traída por los ingleses en el siglo XIX. La epidemia se da a conocer cuando Gummi se escabulle en la granja de su hermano, celoso por haber perdido ante él una competencia de carneros y es cuando descubre en Sproti la enfermedad. Gummi acude a las autoridades, y aunque al principio no parece ser tomado enserio, las unidades toman un control sanitario y advierten a todos los granjeros de la meseta, pidiéndoles que sacrifiquen todos sus rebaños.
La reacción entre los granjeros es tanto emocional como económica, y de aquí se desarrolla la crisis. Gummi opta por acabar con su propio ganado antes de que las unidades sanitarias lleguen a la granja. Es un hombre taciturno, vive sobriamente y su felicidad es la labor de todos los días, los carneros y su granja. Sin embargo, aquella paz se ve constantemente desafiada por la enemistad de su hermano.
Kiddy es un hombre diametralmente opuesto, adepto a beber y sumido en la neurosis. El invierno se advierte terrible, y cuando Kiddy pierde todos sus animales, va a reclamarle ebrio a su hermano. Gummi no tiene una respuesta en sí, solamente no presta atención y se va a dormir en su sótano. Esta tolerancia de Gummi es la pista narrativa de los lazos que todavía existen como si fueran una obligación, y que en este personaje se conservan con suma sobriedad. De algún modo es como si las personalidades de ambos fueran armonizables.
Los planos largos sin movimiento, pero en los que siempre está sucediendo algo, son una característica de la cinta. Gummi evita terminar con sus corderos más preciados y los esconde en el sótano de su propia casa. La delicadeza con la que el personaje trata a sus corderos, por momentos es el reflejo de la vida solitaria que lleva. Otro elemento indispensable es el lugar: el paisaje tan bello juega como otro protagonista, que por el clima termina convirtiéndose en el adversario.
Carneros es una cinta fácil de asimilar gracias a un poco de humor y un drama exacto, de un director que sin duda habla de lo que conoce. Y es sólo el sutil epilogo, donde la supervivencia lleva consigo el carácter para afrontar los problemas, que a veces regenera los lazos y termina en una grandiosa humanidad.
Luis Zenil Castro
Productor audiovisual y dibujante.
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