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Carmín tropical | Crítica

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Teñido de los elementos del cine negro, un guion de calidad se despliega en pantalla con planos largos y rostros delineados por el misterio y la nostalgia. Eso es Carmín Tropical (2014), el segundo largometraje de ficción de Rigoberto Perezcano, en el que la inicial impresión de documental funciona como gancho de la historia que nos encara con el tema de la muerte.

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Después de recibir la noticia del asesinato de su amiga Daniela, Mabel (José Pecina) regresa a su tierra natal, Juchitan. Ambas cantantes de cabaret pertenecen al tercer género o muxes y es en dicho poblado de Oaxaca donde se desarrolla la misión de la protagonista, que es develar el móvil del asesinato de Daniela, a quien conocemos gracias a flashbacks.

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Al tocar un tema como el travestismo en una comunidad rural, el autor podría caer en premisas predecibles, estereotipar y llevar a sus personajes a extremos, caracterizados por la maldad o una marcada apacibilidad. No es el caso, el director de Norteado (2009), construye perfiles con gran naturalidad. Una de las razones fue su acercamiento durante diez años al entorno del que se sirve, Juchitan, donde existe una integración de los muxes a la sociedad. Así, el realizador no subraya el tercer sexo con la intención de trasladar a Mabel y a Daniela a un terreno donde se les compadezca por ser diferentes. No impone un tema social, lo muestra sutilmente a través de personajes entrañables, quienes se caracterizan por la intriga de principio a fin.

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Además de los ya mencionados, emerge un personaje que se amolda a esta historia: Modesto (Luis Alberti) y junto a Daniela y Mabel forman un elenco impecable. Su unión crea un circuito bien conectado, en el que el desarrollo de cada uno de ellos no se lograría sin la fuerza del otro. Aquí es donde destaca la habilidad de Perezcano al momento de escribir la historia, en la que no descuida las subtramas, y al contrario, se sirve de ellas para reforzar al personaje principal.

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Otro logro es que como espectadores vamos de la mano de Mabel, envueltos en la búsqueda del asesino mediante una travesía interesante por los escenarios tanto sombríos, como amenos. Transitamos hacia un final en el que se deja la puerta abierta para que el espectador creé sus propias conclusiones en torno al crimen, el cual puede responder a una cuestión social, pero también psicológica.

Finalmente, Carmín tropical es como un aire fresco en el cine mexicano actual y una muestra de que hay muchas veredas para contar una historia. El propio director ha revelado la intención de ir por caminos alternos a los que se suele encasillar el cine mexicano. “Creo que uno tiene la misión y, hasta cierto punto, la obligación de sugerir cómo se puede contar una película.” (Cine Toma). Próximamente el cineasta originario de Oaxaca prepara su cuarta película, La vereda del chivo. 

Leticia Arredondo

Cofundadora y editora de ZOOM F7. Escribo sobre cine y fotografía.

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