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Una chica en mi puerta | Crítica

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“La naturaleza es la única verdadera técnica”, así se resume gran parte de la filosofía oriental, tanto en el ramo budista como el confuciano. No hace falta mencionar la efectividad del cine asiático, y en esta ocasión, del coreano.  July Jung es una novel directora surcoreana que saltó a las salas con su opera prima Una chica en mi puerta (Dohee-ya, 2014), un filme reflexivo sobre la confusión de la moral entre adultos y niños. Con una célebre participación en Cannes, la ganadora a Mejor primera película en el festival de Estocolmo incluye ideas acerca del racismo y el lesbianismo, centrándose en las emociones de una víctima y su benefactor.

Young Nam (Dogna Bae) es una recién graduada de la academia de policía, que después de un castigo por conducta inapropiada es transferida al departamento de otra villa. Al llegar se encuentra inmediatamente con una extraña niña mientras conduce su carro en la avenida principal.  Ella es Sun Dohee (Kim Sae Rom), una puberta de 14 años que sufre el maltrato de su abuela y  su padrasto Park Yong (Sae-byeok) por su aparente mala conducta; esto no es más que una superficial actitud de Dohee por la muerte de su madre y de la proyección de amor que posteriormente tiene con la jefa de Policía, llevándola por momentos a algo más que sólo amor fraternal.

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Uno de los primeros acontecimientos que marcan el curso de la película es cuando la abuela de Dohee fallece en un accidente mientras  perseguía a ésta para que volviese a casa. Para protegerla y evitar que su padre alcohólico la golpeé, Young Nam accede a una especie de apadrinamiento. Sin embargo, en cuanto comienzan a relacionarse, Young empieza a dudar de la inocencia de la niña y las cosas se empiezan a tornar un tanto misteriosas alrededor de dicho personaje.

Hablando de la fotografía, la cinta es casi una tendencia de telefotos, pulcra y completa. El orden de la narrativa tradicional,  así como la sencillez dramática, son partes importantes y hacen que lo que se cuenta funcione.  July Jung nos muestra las dificultades que surgen cuando la gente mezcla, no por su voluntad, los ambientes personales con los laborales. Destaca la naturalidad a nivel actoral y  narrativo, haciendo notar una autentica mano de obra de la directora surcoreana.

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Los conflictos que se plantean son básicos, y el giro comienza cuando la razón de los problemas emocionales de Young llega caminando a la puerta de su trabajo, en forma de una joven esbelta que pregunta por ella. Acción que aclara todos los hechos, y las inclinaciones sexuales de Young.

Los cliches sociales se vuelven contra Young cuando Dohee la acusa de forma indefinida por abuso sexual, lo cual la lleva a perder su trabajo y es encarcelada en el mismo lugar donde laboraba. Dohee al darse cuenta de su ingenuo error, se lanza a la caza de su padrastro Park, simulando un abuso sexual y recostándose a su lado desnuda mientras este duerme.

El drama se vuelve controvertido no por su idea sino por la forma en que sus personajes alcanzan sus cometidos. Asimismo, la cinta de Jung refleja un poco de la idea sociocultural coreana y de su fórmula cinematográfica, en la cual vemos una técnica  de contar natural y eficaz.

Apegándose a un estilo de crear diferente a otras industrias, ausente de un marcado estilo visual, pero con un futuro que sin dudas promete. De una sensibilidad orientada a la comprensión y tolerancia. En todo caso, someter a juicio la obra de July Jung es con toda vehemencia una labor pertinente que nos posibilitaría conocer una naturaleza genuina, de una serie de personajes, y una historia, de una directora prometedora emergente.

Luis Zenil Castro 

Productor audiovisual y dibujante.

 

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