México ¿la visión y sueño de “El indio” Fernández?

Por: Andrea Rodea
“Sólo existe un México, el que yo inventé” Emilio El Indio Fernández
México sin duda es un país con grandes problemas. Hay pobreza, hay violencia, hay corrupción. Somos un país donde en una calle el hombre más rico del mundo construye un museo de “arte” y en la siguiente procuras no caminar sola de noche. Somos un país incongruente e inmaduro. Sin embargo también somos sinónimo de búsqueda y persistencia, inclusive de sobrevivencia. Somos el todo y la nada.
¿Qué/Quién es el mexicano? Definir una identidad nacional representa un acertijo en el que la “respuesta” ha sido creada por un sin fin de artistas, políticos e intelectuales que probablemente han pretendido darle coherencia a un país que se ha caracterizado por la imposición.
No salíamos de una (la conquista) para entrar a otra (la independencia) y ¿por qué no a otra más? La revolución. Desde entonces no teníamos claro qué papel jugar pero aun así jugábamos. No queríamos creer en lo que España creía, sin embargo tuvimos que hacerlo; no deseábamos ser colonia de España y decidimos buscar nuestra independencia, pero nos quedamos con la estructura social de occidente. ¿Quiénes éramos? O ¿Quiénes somos? Y ¿quiénes seremos? Siempre he considerado que la madurez se encuentra cuando uno se hace responsable de sus propias decisiones, pero en los casos mencionados me pregunto ¿en algún momento se pudo decidir?
Lo mexicano a través del cine
La construcción de la mexicanidad deviene del trabajo de intelectuales justo después de la revolución, con la intención de reestructurar lo que éramos con ayuda de la literatura, la pintura, la música y el cine. Se buscaba una identidad, en la cual cupieran cada uno de los matices sociales encontrados en el México del ayer, y de igual manera se necesitaba un sentido heroico y patriótico. Aquí es donde aparece un “emblemático” nombre dentro de la historia del cine y el país: Emilio “El Indio” Fernández, quien llegó a expresar: “No sabía exactamente, pero yo sabía que tenía que hacer algo, algo mexicano, algo de verdad.”
Hombre nacido en Mineral del Hondo, Coahuila, quien debido a su historia familiar y orígenes (hijo de un general revolucionario y de una mujer con ascendencia indígena kikapú), engendró el orgullo por sus raíces indígenas. Por asuntos políticos se exilió en Estados Unidos y es ahí donde tuvo su acercamiento con el cine e inició como extra en películas Hollywoodenses. Sin embargo, fue gracias a Sergei Einsenstein y ¡Que viva México! (1932) que decidió de manera formal su quehacer cinematográfico.
Anteriormente ya había visto películas de su autoría, y aunque mencioné sus bases revolucionarias, jamás percibí tal sentimiento en su cine. Estando lejos de casa decidí darle una segunda oportunidad al Indio Fernández con el fin de sentirme acobijada por sus historias dentro de un país que no era el mío.
Comencé buscando un refugio en Salón México (1948). La película va de una cabaretera, Mercedes (Marga López), quien trabaja incansables horas para poder brindarle la vida que merece su hermanita Beatriz (Silvia Derbez). Como es de esperarse, Mercedes vive de manera precaria y sus días son miserables no sólo por el trabajo que tiene, sino porque Paco, su explotador, abusa de ella en todos los sentidos. Ella tiene claro que todo aquel sufrimiento que caracteriza su vida será recompensado con la felicidad de ver a Beatriz hecha toda una “dama”. ¿La trama parece familiar? No lo digo porque ésta se observe en hogares de México, sino porque suena a una telenovela transmitida en televisión abierta. Lejos de sentirme acobijada, poco a poco algo en mi memoria se desempolvaba. Yo seguía melancólica y no conforme con este melodrama, decidí ver dos más: La Perla (1947) y Río Escondido (1948); para cuando terminó la última, mi nostalgia se transformó en frustración y coraje.
Aquello que acaba de ver era la construcción del México en que ahora vivimos, de ahí que la historia sea familiar por los arquetipos (que hombres y mujeres ejecutan fielmente) marcados en las tres cintas. ¿Aquello que se aprendió durante años a través de la pantalla podía llamarse ahora realidad? Los roles del macho, de la mujer que sacrifica todo, del indígena que por honor no puede aspirar al progreso, el extranjero malicioso; el sufrimiento, la espera, el honor, la humildad, ¿reflejaba a una sociedad o eran los cimientos de un país futuro?
“La filosofía de lo mexicano se apoya en el arquetipo del héroe agachado, lo coloca en el contexto de los tiempos urbanos modernos y le ofrece así a la cultura dominante la posibilidad de descargar una ferocidad simbólica sobre la imagen de un pueblo sumiso. El pelado es la metáfora perfecta que hacía falta: es el campesino de la ciudad, que ha perdido su inocencia original pero no es todavía un ser fáustico. Ha perdido sus tierras pero todavía no gana la fabrica: entre dos aguas, vive la tragedia del fin del mundo agrario y el inicio de la civilización industrial.”
La Jaula de la Melancolía (Roger Bartra)
Aquel afán por crear una identidad del mexicano, por crear unión dentro de un país desquebrajado, resultaba incongruente. Era como si se escogiesen varias piezas, caracterizadas por las obsesiones de El indio, se pegaran de forma azarosa y al final se esperase un buen resultado. Uno de ellos es la relación entre hombre-mujer.
“El indio construye sus historias a partir de la diferencia entre hombres y mujeres, que él considera esencial, y de ella deriva en la jerarquía inferior de las segundas y el papel subordinado que deben tener en la sociedad”
Los rostros de un mito: personajes femeninos en las películas de Emilio Fernández, Julia Tunón
Emilio Fernández plasmó historias que parecían tener bases en la cotidianidad mexicana, pero que en algún momento imperceptible se habían exagerado con el propósito de inculcar miedo o alguna lección sobre lo que significaba vivir.
Se presentaba un discurso que titubeaba pero al mismo tiempo imponía dejando a un lado la chispa de cuestionamiento, del diálogo. Ahora bien, si como cuenta la historia, realmente El Indio Fernández sólo buscaba “ayudar” a formar la identidad del mexicano, creo que lo hizo de una terrible manera. En palabras de Marta Báscones Antón: “Sus películas caerán en la negación icónica, cultural, social y existencial señalada, a través de la recreación del nacionalismo no incluyente” Archivos de la Filmoteca
Fue así como se crearon roles que por falta de identidad se siguieron fielmente, mismos que se siguen ejecutando: mujeres que sufren, hombres que abusan de mujeres, campesinos que deben honrar su humildad, mentiras que sabemos que son mentiras pero que las tomamos como verdades.
¿Quiénes somos? Somos la idea que El Indio Fernández tuvo sobre nosotros, somos la visión y el sueño de alguien más.
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