X, A y M: infinito deja vu en Marienbad

Por: Andrea Rodea
La imagen en movimiento siempre ha existido, incluso mucho antes de haberse inventado el cinematógrafo o el kinetoscopio. La imagen en movimiento se hace presente cada vez que soñamos o recordamos algo.
Así como el cine, aquellas imágenes que rememoramos se encuentran en algún tiempo en específico. No me atrevería a decir que se hallan en el pasado pero tampoco en el presente, pues recordar es traer al presente algo que pasó. Aquel tiempo, sea cual sea, si se manipulase cambiaría totalmente el sentido inicial de dicha imagen o recuerdo, negando así el aquí y ahora. Por ejemplo, si se modifica algún recuerdo doloroso con la finalidad de que éste deje de producir sufrimiento, el sentido inicial de ese recuerdo ya no existiría, sería un recuerdo reinterpretado desde otro punto de vista. La imagen es esencialmente lo mismo, una vez modificada su esencia será diferente. Sin embargo, la imagen en movimiento que se plasma en el film al modificarse crea la posibilidad de un sin fin de realidades, un recuerdo al ser modificado crea dos cosas; una realidad alterna y evasión.
X (Giorgio Albertazzi) es un hombre que regresa al hotel donde se encontró por última vez con A. Está cansado de regresar una y mil veces más a dicho lugar.
“I walk on, once again, down these corridors, through these halls, these galleries, in this structure of another century, this enormous, luxurious, baroque, lugubrious hotel, where corridors succeed endless corridors, silent deserted corridors…”
Planos detalle del hotel, el delicado movimiento de la imagen y la voz en off, nos dan la bienvenida al recuerdo de X, a El año pasado en Marienbad (L’année dernière à Marienbad, Alain Resnais, 1961)
“Between these walls covered with woodwork, stucco, moldings, pictures, framed prints, among which I was walking among which I was already waiting for you, very far away from this setting where I now stand, in front of you, still waiting for the man who will no longer come, who no longer threatens to come to separate us again, to tear you away from me. Are you coming?”
Un hombre desea escapar con su amante. La amante es temerosa, duda sobre aquella posibilidad, sin embargo, establece una condición: esperar hasta las doce campanadas. Si su marido no aparece, entonces habrá de marcharse. El público y M (Sacha Pitoëff) admiran el suceso, es una obra de teatro. Las campanas suenan, el esposo no llega. “Now… I am yours.” Responde la amante. Se cierra el telón. Los espectadores aplauden y minutos más tarde todo se congela. ¿Un error acaso? Pasan unos segundos, el movimiento regresa a la imagen. Un asistente afirma no recordar si fue el 28 o 29, todo se vuelve a detener (parece ser que aquella ausencia de movimiento es sinónimo de recordar) el asistente afirma que todo sucedió el día… El público pretende dar realismo a aquel recuerdo. Intentan rellenar vacíos producidos por la evasión del suceso real. X lo ignora.
Espejos conforman la decoración de este hotel, nada es fortuito, mucho menos este detalle. La función de estos, es la analogía entre lo real y la representación de lo real. Reflejan a semejanza lo que se encuentra dentro de nuestro aquí y ahora, sabemos que lo que se plasma en ese objeto ( esa realidad) no es más que una imagen. La importancia de dicha representación radica en el valor que se le deposita. X encuentra a A (Delphine Seyrig) , se miran a través del reflejo del espejo. A pregunta, donde nos hemos conocido. X cree recordar todo a la perfección. El loop comienza una vez más. A ignora por completo todo lo que X recuerda. Todo es una mentira una confusión. A desconoce a X, sin embargo, X orilla a A a recordar. Un cristal se rompe y A por fin recuerda. La representación de lo real se ha quebrado. Ahora sólo queda el valor que X deposita en este aquí y ahora. La verdad jamás fue importante, el deseo era la meta y ahora ésta se ha cumplido.
A su vez y complementando el escenario trágico de dicho hotel, un juego de cartas se lleva a cabo en el salón de juegos. Este juego esta lejos de tener como aliado el azar. El ganador se proclama desde un inicio. El que tira las cartas será el vencedor. “Can you ever lose?” X le pregunta a M, “ I can lose but I always win.” M contesta. Es el turno de X y queda una carta sobra en la mesa. X ha vuelto a perder. Así como en el juego, el porvenir de X es igual. No es que X no pueda comenzar el juego, sino que realmente no desea comenzarlo pues ganar sería significado de enfrentar y al perder existe la posibilidad de reconstruir aquel recuerdo pues renuncia a la libertad de la verdad.
El año pasado en Marienbad es un laberinto sin salida. Es la reinterpretación que X le da a un recuerdo doloroso. La evasión, la condena a perder y no aceptar la ausencia de A. Es la posibilidad y la creación de una realidad alterna, donde se extrae todo sentido de identidad con tal de satisfacer un anhelo. Es la obra donde Alain Resnais retoma principios de Henry Bergson e interpreta la carencia de libertad a través de un lacerante triángulo amoroso . Es una película enorme donde cada detalle se comprende como parte del acto de recordar y olvidar, de la libertad y la esclavitud. Nada en la película sobra, nada en la película es un sin sentido, todo en ella va hilado con la verdad que esconde X en aquel lugar.
“X: There will be no pause, no rest between these walls…”
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