La plaga de perros: película obligada para los amantes de la animación

El arte es amigo del azar, y el azar lo es del arte.
-Agatón
La animación tradicional ofrece vastas posibilidades, técnica y dramáticamente hablando. En 1982, Martin Rosen adaptó la obra The plague dogs de Richard Adams; un relato narrado a través de la perspectiva de un par de canes utilizados para experimentación científica, los cuales escapan gracias a un accidente y entonces deben adaptarse al mundo exterior después de permanecer en cautiverio.
La calidad artística del filme es tal, que bien podría competir con las grandes glorias de un Pixar hegemónico, o bien, con la mística del genio Miyazaki. La propuesta del realizador es arriesgada. Son múltiples los calificativos que pudieran describir a la película: sórdida, oscura, triste, o quizá se trate de una animación muy “real”.
Snitter (John Hurt) y Rowf (Christopher Benjamin) protagonizan la cinta; los perros han sido torturados en nombre de la ciencia. Al compartir aquel dolor han forjado una amistad que prevalecerá hasta el final. El primer acto desarrolla el tema de la vivisección, candente en aquella época, pero pocas veces retratado de manera tan directa. El segundo acto habla de la libertad y del instinto. El último retrata el afán por la supervivencia, el deseo de vivir.
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Una de las herramientas más interesantes en el tratado de la narrativa es el punto de vista, es decir: ¿por medio de quién se cuenta la historia? Es ahí donde se torna interesante. Usualmente miramos a los animales antropomorfizados, en algunos casos inclusive caminando con dos patas, solucionando los problemas cual humanos; en The plague of dogs los ojos de un perro guían, no hay espacio para resolver el conflicto de manera humana. Es su instinto de la mano con lo casual el hilo conductor, quizá por ello en algunos pasajes la película pudiera parecer accidental. Sin embargo, se dice que en un guión cinematográfico, nada es azaroso.
Mención aparte merece la fluidez en los movimientos de los personajes. La naturalidad del movimiento de los animales, el trabajo de diseño en los ambientes y la sombría paleta de colores. Sumado a una labor en el sonido excepcional: desde el terrorífico repiquetear del agua hasta el interesante empleo de la voz en off, cuyos diálogos y entonaciones permiten conocer un peligro latente, el cual crece mediáticamente debido a la intromisión de la prensa y diversos medios; éste flota en los parajes que recorren las bestias intentando encontrar un sitio seguro, un dueño.
El filme resulta obligado para los amantes de la animación, por sus logros técnicos, narrativos y artísticos. La conclusión de la cinta puede ser lo mismo trágica que esperanzadora; esto dependerá del espectador, lo cual no será tarea sencilla. Martin Rosen decide lanzar la moneda al aire, permitiendo una participación activa del público.
Gerardo Herrera
Guionista, cofundador y editor de Zoom F7
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Amé la cinta, creí que estaría muy mal al terminar de verla, y así fue pero… lo pude sobrellevar. Es una obra de arte visual.