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La muerte lenta de Atom Egoyan

li atom egoyan

Por: Irving Javier Martínez (@IrvingJavierMtz)

Pocos directores tienen un inicio tan revelador como Atom Egoyan. Su ópera prima, The Next Skin (1984), aborda los principales temas en la obra del director canadiense: la familia, la mentira y los mass media. Su origen armenio definió su gusto por lo “exótico” en un contexto occidental. En el primer filme plantea la idea sobre las personas como actores en constante simulación y la mentira se vuelve necesaria para encontrar la felicidad. También, Egoyan se pregunta si es posible que cualquiera pueda ser “terapeuta” y solucionar la vida de los “otros”. Una especie de arbitraría bondad.

En Family Viewing (1987), su obra experimental, la crítica social del cineasta es más agresiva. Compara a sus personajes con animales y crea crisis de identidad al puro estilo de Bergman en Persona (sólo que ahora en vez de celuloide es cinta de video). Para crear un ambiente hostil, recalca la diferencia entre el lenguaje televisivo y el fílmico. Las locaciones acartonadas representan a la clásica familias nucleares: vacías y monótonas como la programación de T.V. Con Speaking Parts (1989) comienza a explorar de forma melancólica la sexualidad y perversiones como el voyerismo.

Sobre los actores

Aunque no es considerada trilogía, The Adjuster (1991), Exótica (1994) y The Sweet Hereafter (1997) forman un tríptico sobre los secretos y mentiras en la “casa modelo”. A diferencia de sus trabajos anteriores, los protagonistas se sienten incómodos por ser “actores” y los secretos los atormentan por no tener el rol deseado en la vida real (como la censora de películas en The Adjuster). Todos fingen ser otras personas por no enorgullecerse del verdadero “yo” (como la bailarina de Exótica y sus diferentes roles). Los niveles de realidad en los filmes son más complejos y en sus tramas se percibe un aire de rareza. Una tensión que jamás se solucionará.

Los tres patriarcas protagonistas son patéticos y con vidas a punto de derrumbarse (personajes sin nada que perder), algo retomado por Sam Mendes en American Beauty (2000) La crisis masculina sirve para reflexionar sobre la fragilidad o inexistencia de los afectos, que pueden ser creados de la nada y destruidos por el fuego, una pérdida o un accidente. Largometrajes sobre la muerte y los daños colaterales. En los tres filmes jóvenes personajes intentan salvar ingenuamente a los adultos condenados: la recamarera en The Adjuster, la bailarina en Exótica y la hija invalida en The Sweet Hereafter.

La estética es más clara y personal. Los colores determinan el tono de cada película: la iluminación cálida enThe Adjuster,  los verdes y azules en Exotica y el blanco intenso en The Sweet Hereafter. Egoyan continúa empleando la naturaleza muerta y salvaje como principal decorado, elemento que persiste hasta Captives.

Algo sucedió y comenzó el declive 

Felicia’s Journey (1999) –adaptación de la novela de William Trevor- es el inicio de Egoyan en un cine más comercial. Su noveno largometraje tiene una manufactura académica, pero con muchos elementos característicos de su estilo. En 2002 estrena Ararat, un film sobre el genocidio de armenios por parte del ejército turco durante la Primera Guerrra Mundial. Lo más destacado es la maestría para manejar tres tiempos de forma simultánea. Nada nuevo en su obra.

Más tarde, se aventura a filmar un guión basado en la novela del músico Rupert Holmes. En Where the Truth Lies (2005) el erotismo sutil e incómodo de Exótica se vuelve explícito y pornográfico; por ejemplo, una escena lésbica entre una reportera y una actriz disfrazada de la versión Disney de Alicia en el País de las Maravillas. Los pequeños guiños de trabajos anteriores se convierten en sínica provocación. Aún sigue presente la crítica a los medios masivos, pero con reservas o con argumentos débiles y caducos como la falsedad del altruismo en la televisión.

Con Chloe (2009) Atom Egoyan recurre por primera vez al “homenaje”. Dirige un remake (casi fiel) de la película Natalie… (2003) de Anne Fontaine, con detalles visuales que recuerdan a Exótica. La joven protagonista intenta sustituir el vacio sentimental en un adulto en decadencia (como el personaje de Mia Kirshner); amores con “bondad” obsesiva. Su estética es metida a calzador, como las escenas en el invernadero o el uso recargado de azul y rojo. Chloe logra algo que sus trabajos previos no: entretiene. Las reflexiones profundas sobre la verdad y la mentira son sustituidas por un thriller muy elegante y sin complicaciones.

Con la pretensión de retornar a su cruda crítica social dirige Devil’s Knot (2013) sobre el caso West Memphis Three. El argumento recuerda aThe Sweet Hereafter –detective en búsqueda de la verdad, desconfianza a las autoridades y la violencia intrafamiliar-. En el guión (del cual no es autor) se incluyen torpes diálogos para dar el “toque Egoyan”, como el grito “no somos actores” de Witherspoon. Atom se vuelve repetitivo hasta el cansancio. Y después… pues llegó Captives (2014), el largometraje que más abucheos obtuvo en Cannes. Otra película sobre niños desaparecidos y “Esposos desesperados”.

La triste caída de Egoyan se debe a su incapacidad para adaptarse a los tiempos donde las series y el cine comercial ya han explotado todos los recursos para sorprender, un terreno en el que algún día fue pionero. El director canadiense ya demostró el máximo de su talento y se agotaron sus armas para provocar al espectador; solo queda su elegancia y buen  gusto. Las películas de Egoyan taladraban el cerebro por las múltiples formas de retratar la personalidad… ahora es otro más contador de historias burdas bien empaquetadas… esperemos que Remember (2015) nos regrese al armenio de The Next Skin.

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